En suma, no bastan ahora al crimen organizado las varias decenas de ejecuciones y decapitados diarios, ni las narcomantas para denunciar a autoridades federales. Ahora, en la tierra natal de Felipe Calderón, fueron dos granadas de fragmentación arrojadas a la multitud los nuevos mensajes. En el país entero, el narcoterrorismo demuestra que no es un fenómeno de criminalidad regional, como pretende hacernos creer la perspectiva gubernamental, sino un proceso de descomposición nacional, reflejo de los insuficientes servicios de inteligencia en México. Lo ocurrido en Morelia fue una acción terrorista, que expande la violencia en el corazón de la población civil. Los avisos y amenazas que fueron del conocimiento de autoridades locales aseguraron la inmediata respuesta de ambulancias, pero no la prevención del acto terrorista ni la cancelación de la concentración popular. México no sólo ocupa el último lugar de crecimiento económico en los 20 países latinoamericanos estudiados por la Cepal, insisto. Hoy se estrena como país vulnerable al narcoterrorismo. Una demostración palpable de que el gobierno mexicano está perdiendo el control del país.
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