sábado, enero 19, 2008

La Alegría

El jueves pasado, los vecinos de la delegación La Mesa en Tijuana barrieron de sus calles casquillos y balas. Las sonrisas de 40 niños menores de cinco años fueron interrumpidas por un tiroteo, los militares los desalojaron de un lugar paradójicamente llamado Alegría que hasta entonces era el sitio donde aprendían la letra A.

“Fue como en una guerra”, describieron quienes escucharon o vieron el enfrentamiento entre la policía e integrantes del cártel de los Arellano Félix.

Hasta hace 10 años en Tijuana, las empresas delictivas se manejaban con un método jerárquico, había un líder que controlaba a todos los bandos. Los policías municipales patrullaban con resorteras y cascos de ciclistas. La droga de mayor consumo era la mariguana y los narcotraficantes no se atrevían a tener casas de seguridad en zonas urbanas, “... ahora el crimen se resguarda en medio de las colonias.”

“Hoy en las empresas delictivas no hay un jefe, no hay un control de la violencia, los grupos compiten entre sí y gana quien tiene métodos más violentos y armamento más sofisticado, todos quieren el poder” ...

... En las calles de Tijuana hay jóvenes inyectándose heroína, taxistas que trabajan intoxicados por cristal o ice y que son capaces de navajear a sus pasajeros sino pagan lo que les piden, pandillas que se dedican al secuestro y que son comandadas por adolescentes.

Turistas menores de 21 años que cruzan la frontera para drogarse y beber. Sicarios que caminan con armas de fuego. Pandillas con números tatuados al cuerpo que les dan licencia para matar a todo aquel que no traiga un 33 en el brazo y un crimen organizado fuera de control.

El narco modifica ... El Universal.


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