Sucede que el dueño de un edificio pierde la única llave que posee para el acceso a su propiedad y recurre a un cerrajero para que le fabrique una llave de repuesto. En forma insólita, éste pide como pago la mitad del inmueble. En esta parábola, el edificio es Pemex, el dueño representa a la nación mexicana, la llave simboliza la tecnología, y el cerrajero encarna a la trasnacional texana y/o gallega. Ahora, en su versión corregida, esta parábola de acento cleptomaniaco sobre la “asociación estratégica” para la exploración y extracción del crudo en aguas profundas es peor en su desenlace: ni siquiera es el dueño quien extravía la llave, sino los administradores del edificio (es decir, el trío entreguista priísta Beltrones-Labastida-Gamboa, el cuarteto panista Elizondo-Camarillo-Creel-Bueno Torio y la pareja gubernamental Calderón-Mouriño) quienes se ponen de acuerdo con el cerrajero para repartirse el inmueble a espaldas de su propietario.
El tesoro ... Bajo la Lupa.
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