Revisemos cómo fue que Wall Street y Estados Unidos se metieron en este vericueto particularmente desastroso. Todo comenzó bien, para Wall Street y Estados Unidos, en 1945. La guerra había terminado. [...]. Y Estados Unidos era la única potencia industrial cuyas fábricas estaban intactas, no las habían afectado los daños de tiempos de guerra. En otras muchas partes había ciudades destruidas, y hambre real en Europa y Asia. Estados Unidos estaba empeñado en hacerlo bien, y lo hizo bien, muy bien. Podía producir más que nadie en el mundo, y obtener las recompensas. [...] Los franceses llamaron a esa época “los gloriosos 30 años”.
¿Deben terminar todas las cosas buenas? Bueno, cíclicamente, en los 500 años del sistema-mundo moderno, me temo que esto ha sido siempre cierto. [...] ¿Qué ocurre en un periodo de estancamiento económico mundial? Las fábricas se comienzan a mover fuera de sus anteriores enclaves [...] a otros países [...] en busca de menores costos de producción. [...] ¿Qué hacen los grandes capitalistas, si quieren hacer dinero, en tiempos de menores ganancias procedentes de la producción? Empiezan a mover su dinero de las empresas productivas a las financieras. Es decir, empiezan a especular. Y, en tiempos de especulación, la codicia no conoce límites.
La historia que subyace –desde 1970 en adelante– es una de endeudamiento, una deuda más y más grande. Las corporaciones, los individuos, los estados, piden prestado. Todos viven por arriba de sus ingresos reales. Y, si uno se halla en situación de pedir prestado [...], uno puede vivir con mucho lujo. Pero las deudas tienen un lado difícil. En algún punto, se espera que uno reintegre su deuda, que pague. Si no lo hace, hay una “crisis de deuda” o “bancarrota” o, si uno es un país con divisas, que ocurra un descenso dramático en la tasa de cambio. Eso es lo que conocemos como burbuja. [...] Cuando la burbuja realmente reviente, será muy doloroso. [...] puede que para Estados Unidos resulte ser lo más doloroso [...] Parece que Estados Unidos no ha gastado más que miles de millones sino billones de dólares en algunas guerras en Medio Oriente que ha estado perdiendo. Y parece que el país más rico del mundo no tiene en sus arcas billones de dólares. Así que los ha pedido prestados. Y parece que su crédito en 2008 no es tan bueno como lo era en 1945. Parece que los acreedores de hoy están renuentes de “ponerle dinero bueno al malo”. Y parece que Estados Unidos podría ir a la bancarrota, como Bear Stearns. ¿Acaso serán China o Qatar o Noruega, o una combinación de ellos, quienes compren Estados Unidos a dos dólares o aun a 10 dólares por acción? [...]
Wall Street ... Immanuel Wallerstein.
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