viernes, agosto 08, 2008

Estadísticas a la medida o 50 años de auge

La estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno.
George Bernard Shaw

El emperador estadunidense se quedó desnudo y no puede ocultar más su inmundicia contable [...] el principal problema de la grave crisis crediticia: EU no puede exhibir la patética realidad de la contabilidad de su sistema financiero a riesgo de su suicidio [...] como (lo) demuestra persuasivamente Kevin Phillips (KP) [...] (con) el engaño de las estadísticas económicas y financieras pre y posneoliberales [...] La degeneración economicista y su falsificación de datos han hecho posible la perdurabilidad de la plutocracia, una de cuyas consecuencias ha sido la disminución en 70 por ciento del presupuesto del seguro social, según KP. Las tasas artificialmente bajas del desempleo y la pobreza (ambas dos veces mayores en realidad) han ayudado a comprimir las condiciones sociales y los parámetros de vida decente que pone en tela de juicio la axiología del modelo anglosajón. [...] Todos los datos provistos oficialmente y difundidos profusamente han sido pura ficción. El desempleo real en EU se ha ubicado entre 9 y 12 por ciento, y no el 5 por ciento proclamado. La inflación ha oscilado entre 7 y 10 por ciento, y no el 2 y 3 por ciento difundidos. El crecimiento económico real ha sido de un magro uno por ciento, y no 4 por ciento decretado. Ahora KP ilustra que la corrupción de las estadísticas oficiales de EU datan de 50 años atrás. John F. Kennedy inició los cambios en la medición del desempleo: los expulsados en la industria del acero y el sector automotriz cesaron de ser considerados como desempleados al ser insertados en la nueva categoría de “empleados desalentados (sic)”. Para encubrir el creciente déficit presupuestal, Lyndon Johnson aplicó el concepto de “presupuesto unificado”, que combinaba el “seguro social” a otros gastos. Con Nixon, Arthur Burns, gobernador de la Reserva Federal, inventó la “inflación básica” (“core inflation”) que excluye los alimentos y la energía considerados “volátiles” ¡Así nunca va a existir inflación!. Con Reagan se suprimió a la vivienda del IPC mediante la medición peregrina de la “renta equivalente del propietario” para disminuir en forma artificial el costo inmobiliario. Peor aún: Reagan incluyó al ejército como parte de la fuerza laboral, para abatir el desempleo. Con Daddy Bush, su consejo de asesores económicos propuso el recálculo de la inflación mediante una mayor ponderación a los servicios y al menudeo, que implementó Clinton quien, con acrobacias contables “urbanas”, pretendió reducir el desempleo racial de los afroestadunidenses. Durante dos generaciones, desde Kennedy hasta Baby Bush, los gobiernos y los economistas pre y posneoliberales intentaron combatir la inflación mediante triquiñuelas aritméticas [...] Queda así destrozado el mito de las asombrosas y “precisas” estadísticas del capitalismo anglosajón con las que nos engañaron durante medio siglo.

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