sábado, noviembre 24, 2007

Así se fusila a los traidores

¿Santiago Vidaurri? Nacido en 1808, oficial de frontera, perseguidor de indios comanches, promotor de un proyecto separatista en 1855 llamado la República de Sierra Madre, que de haber salido bien hubiera separado de México los estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, dándole probablemente en el futuro un destino similar al de Texas; gobernador eterno del estado de Nuevo León, liberal de membrete, hombre del dinero.

En la terrible huida hacia el norte del gobierno de Juárez, perseguido por traidores, mochos e imperiales, la Presidencia de la República se instaló en San Luis Potosí. La carencia de recursos era enorme, el ejército, convertido en una serie de grupos más guerrilla que fuerza regular, bajo presión en todos los frentes. Juárez pidió a Vidaurri que apoyara a la Federación con el dinero de las aduanas de Nuevo León y Coahuila, que el gobernador había estado reteniendo. Vidaurri se opuso con el argumento de que eso “le traería la ruina al estado” y de pasada soltó algunas amenazas contra el gobierno republicano.

Juárez escribió en esos días a su yerno: “A Vidaurri es necesario atraérselo o eliminarlo. Estoy por el primer extremo. Sólo que no baste esto para utilizarlo en bien de la nación debe recurrirse al último. Trabaje, pues, en lo primero”. Incluso mandó a Margarita para “asencillar” el diferendo.

Obligado a seguirse replegando, llegó a Saltillo y finalmente se reunió con Vidaurri en Monterrey el 12 de febrero de 1864. Guillermo Prieto narra en Lecciones de historia Patria el encontronazo. Juárez había llegado acompañado de su gabinete y Vidaurri se presentó con una multitud:

“La entrevista fue fría y llena de majestad por parte de Juárez. Un hijo de Vidaurri (Indalecio), sacando su pistola, rompió toda contestación y declaró el motín. Lerdo había previsto el desenlace y tenía listo el coche: con suma precipitación subieron a él, el mismo Lerdo, Juárez, Iglesias, Suárez y Navarro (...) Entonces se desencadenó el populacho y siguió al coche, haciendo disparos. El coronel Guiccione, con unos cuantos hombres y haciendo prodigios de valor, detuvo a la multitud enfurecida.”

El atentado contra el presidente Juárez fue celebrado por Vidaurri y sus amigos con repique de campanas, salvas de artillería y otras demostraciones de regocijo. Y como para que no quedara duda del camino que había tomado, el gobernador dio a la publicidad una carta circular en la que insultaba al gobierno y a la camarilla que, según el traidor, pretendía introducir la desmoralización en todo el estado; al mismo tiempo prevenía a las autoridades de la entidad, “que no obedeciesen al gobierno de Juárez, se aprehendiese a sus agentes y se desconociese esa autoridad.” [...]

Juárez respondió movilizando a las tropas de Naranjo y Escobedo hacia Monterrey [...] Vidaurri huyó a Texas y sólo volvió a Nuevo León una vez que Monterrey fue ocupada por los franceses; reconoció al emperador Maximiliano, y recibió a cambio el cargo de consejero imperial primero, y luego ministro de Hacienda. Vidaurri acompañó al emperador a Querétaro, pero salió en los últimos días del cerco con las caballerías de Márquez y terminó escondiéndose a la derrota del imperio en la ciudad de México [...]

Vidaurri no tuvo tanta suerte. Porfirio Díaz, que estaba a cargo de la ciudad de México hasta la llegada del gobierno, ordenó a los oficiales imperiales que se entregaran, dándoles 24 horas y en caso contrario amenazando con aplicarles la ley del 25 de enero. El regiomontano, escondido en la casa de un norteamericano llamado Wright, de la que iba a salir vestido de mujer para abandonar el país, fue delatado por su protector. El 8 de julio de 1867, los republicanos le cayeron de madrugada en la casa numero 6 de la calle de San Camilo.

A las 4 de la tarde lo fusilaron sin juicio previo en la Plaza de Santo Domingo. Las narraciones abundan en detalles escabrosos: fue fusilado de espaldas, de rodillas y vendado, cerca de un cagadero [...]

Y por eso propongo [...] Hágasele una estatua. No se la ponga en Lampazos, sino en el mero meritito centro de Monterrey. Que Vidaurri en el bronce aparezca de espaldas, vendado y de rodillas, con recado abajo que diga: “Así se fusila a los traidores”, para que la estatua sirva de recordatorio, que falta hace.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahhh ver Cabron!

Tu quien chingados eres? para decir donde hay que póner la estatua, de Don Santiago Vidaurri; como no copiaste de tu fuente, que durante su mandato el estado de NUEVO LEON tuvo uno de su mejores hauges economicos, y si hizo lo que hizo, fue por que SI tuvo los huevos para sostenerlo y decirlo, que no queria nada con el gobierno del culero de Juarez. Asi que no hables de cosas que no te corresonden como juarista que eres. VIVA LA REPUBLICA DEL RIO GRANDE Y DON SANTIAGO VIDAURRI!!!
ajua!! putito!

Anónimo dijo...

Pero si serás pendejo, se escribe auge, "hauge" y mucho menos "hauges" existen. Deberías de instruirte un poco más ¡buey!, antes de andar opinando.