Sobresalió en la cumbre la voz del sexto productor mundial, porque en estos días el país escenifica un debate sobre el destino de su riqueza petrolera: ¿debe mantenerla bajo su soberanía o debe cederla a la empresa privada? Sobresalió porque se esperaba que fijara alguna posición, pero la voz de México fue la del silencio. ¿Qué papel jugó el gobierno de Felipe Calderón –en particular la Secretaría de Energía a cargo de Georgina Kerosene y Pemex, léase Jesús Reyes Heroles, el Chico? Ninguno. México ha venido actuando como esquirol de la OPEP, la organización de países productores y exportadores de petróleo, no obstante las numerosas invitaciones que ha recibido a afiliarse. Sin embargo, esta reunión no fue exclusivamente de países de la OPEP, México tenía un papel a desempeñar y lo declinó. Eso no significa que haya estado ausente en Jeddah: los intereses del calderonismo fueron representados por las grandes trasnacionales a las que quiere entregar el tesoro: Exxon, Repsol, Shell.
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